jueves, 4 de agosto de 2011

Tradiciones que se enfrían


Podría ser un sacrilegio manipular un vino, sobre todo si es bueno… Tal vez lo es, pero es de esos pecados a los que soy capaz de hacerles frente. Así como el ponche, borgoña o clery en verano a partir de la mezcla de un cosecha tardía o vino de misa más un Sauvignon Blanc fresco y liviano, el navegado es una deliciosa opción para el invierno. Un placer culpable que según lo que he averiguado, tiene su origen en los países nórdicos y de otros de regiones frías de Europa, como Alemania, en donde recibe el nombre Glühwein, también se le atribuye a localidades sureñas de Chile. En Concepción -donde lo conocí cuando estudiaba en esa ciudad- se le llamaba Candola.
Ahora, lo más seguro es que haya llegado con los inmigrantes germanos  y lo hayamos adoptado.
El vino –tinto- se puede dejar macerando con especias como clavo de olor y canela antes de calentarlo o, derechamente, ponerlo a fuego lento con ellas hasta que hierva. Entonces es cuando se le agregan rodajas de naranjas.
El nombre en nuestro país se cree que está dado por causa de la fruta que flota y navega por el vino.
Para facilitarles el asunto y comenzar a tentarlos, aquí va una receta, las variaciones quedan a su imaginación. Después me cuentan.

Ingredientes
1 botella de vino tinto
5 clavos de olor
Canela en palo
1 taza de jugo de naranja
2 naranjas cortadas en rodajas finas
Azúcar a gusto

Preparación
En una olla poner a fuego lento el vino con las especias, el jugo de las naranjas y el azúcar. Mezclar los ingredientes revolviendo suavemente. Cuando comience a hervir, añadir las rodajas de naranja, luego de que se haya evaporado parte del alcohol, apagar el fuego. Dejar reposar unos 10 minutos mientras reúnen una tortilla de rescoldo y quesos frutosos.