lunes, 21 de agosto de 2017

Desafíos del Enoturismo


La industria del enoturismo es todo un mundo en sí. No solo porque puede ser un ingreso más para la viña, también porque la experiencia de haber estado en ella hace que quien la haya visitado se identifique más con los vinos de ésta puesto que hay una historia vivida detrás de cada sorbo. Distinto al ejercicio cuando ha sido elegida –muchas veces por instinto- en la góndola. Además, habrá cosas que compartir con los amigos cuando la botella sea abierta en una reunión con ellos o en una familiar.
Hay todavía mucho por hacer, de partida repensar los horarios y días de funcionamiento que a veces no están de acuerdo a las posibilidades de quienes cuentan nada más que con el fin de semana para ello. Están las actividades. No basta con una simple degustación y no resulta tan costoso sumar algunos ítems a la oferta para que puedan pasar más tiempo, apreciar el entorno a la bodega, recorrerla en bicicleta, a caballo, hacer un picnic y cuantas otras más.
Sugiero además dejar solo como opción la visita al interior de la bodega sobre todo porque para algunos no ha sido la primera en recorrer. Puede, incluso, resultar tedioso si es que es parte del pack y donde no queda más que aceptarla para hacer el resto de las actividades nada más que porque a la viña se le ocurrió ya sea por falta de creatividad o por ego.
Hay que ponerse creativos y pensar como consumidor para darle vida a otras posibilidades con las que el turista/consumidor enganche y se transforme en un comprometido cliente. Luego está –como obviedad- la post venta y seguimiento donde cabe inventar una nueva instancia de servicio y seducción.

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