Las frutas rojas y negras han sido las estrellas estos últimos años por los beneficios que aportan a la salud y, dentro de las coronadas por esas tonalidades, me ha sorprendido gratamente que una de mis favoritas, la granada, aparezca en la escena de diversas formas: en productos que entran a Chile por distribuidoras de alimentos o en restoranes que han rescatado recetas del mediterráneo.
Por fuera, su color varía desde los verdes hasta los granates, y en su interior hay una gran cantidad de semillas cubiertas por una jugosa pulpa roja brillante.
Sus frutos, considerados símbolos de la fecundidad y del amor en Oriente, contienen flavonoides, componentes responsables del color rojo y de que destaque como antioxidante y antiséptico. Por sus taninos, también sería una fruta que disminuye el riesgo de contraer enfermedades degenerativas, cardiovasculares y cáncer.
Con un gran contenido de agua, es escasa en hidratos de carbono, haciéndola ideal si se busca una fruta con pocas calorías. Posee ácido cítrico de acción desinfectante, entre otros variados componentes que la convierten en un alimento rico y beneficioso, aún cuando resulta complejo de comer.
Ya recomendada, les dejo como tarea probarla sobre todo ahora, en su temporada, especialmente en los tés fríos de Arizona o los que vienen en bolsa para ser preparados calientes.
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